Volví a mí y sucedió la magia…
Deje de insistir donde no había lo que buscaba.
Deje de pedir con las manos cerradas
Dejé de esperar en sillas ocupadas
Dejé de intentar en un cuerpo ajeno.
Dejé de poner mis expectativas en personas ocupadas
Dejé de pretender que el otro entendiera.
Dejé de poner los ojos y la esperanza en corazones que no querían latir al lado mío.
Y entonces… ¡Magia!
Volví a mí, como único destino posible.
Volví a mí, como único camino disponible.
Volví a mí, como el único reencuentro pendiente.
Volví a mí, y pude verme las costillas, los dolores, y mi alma deshidratada pidiendo agua.
Y me recibí, me acaricié, me perdoné. Me recosté sobre mi hombro, me nombré con mi propia voz …, y me encontré. Distinta pero intacta. Me tuve otra vez, me tengo esta vez.
Y entonces… ¡Magia!
Tengo las llaves de las puertas que quiero abrir.
Acá adentro, afuera solo están las cerraduras.
Pero yo decido donde y de mi depende como.
Yo decido dónde.
Yo elijo cómo.
Yo elijo con quién.
Yo decido que quiero.
Yo decido que merezco.
Y la Magia vino a mí, porque nunca se fue; porqué siempre habitó en mí, pero no me permitía verla por rechazarme, y así bajé a mis sombras y resucité, me amé, me abracé, me acepté y seguí viva.